Sueño de una noche de invierno
Película
Índice
Año | 2004 |
Duración | 95 minutos |
Género | Drama |
Título Original | San zimske noci |
País | |
Dirección | Goran Paskaljevic |
Guión | |
Música | |
Fotografía |
Sinopsis
Serbia, invierno de 2004. Lazar regresa a casa tras diez largos años de ausencia. Hoy es un hombre diferente que ha recuperado su libertad, un hombre que ha decidido liberarse a sà mismo de la pesada carga de su pasado y comenzar una nueva vida en un paÃs que también parece desear avanzar hacia un futuro mejor.
El apartamento donde vivÃa está ocupado por una mujer, Jasna, que se encarga de criar a su hija Jovana, una niña autista de 12 años. Refugiadas de Bosnia, llevan un tiempo ocupando ilegalmente el apartamento de Lazar. Jasna también desea pasar página a un pasado difÃcil, con un marido que nunca aceptó el autismo de su hija y las abandonó.
Como no tienen a donde ir, Lazar no tiene valor para obligarles a marcharse. Poco a poco, entre estos tres seres marginados por la sociedad, surgirá una afinidad muy especial...
Reparto
Lazar Ristovski
Jasna Zalica
Jovana Mitic
Imágenes
Comentarios
#1
18 FEB 2005
a las 00:00
Cmm
El paralelismo entre 'Sueños de una noche de verano' y la pelÃcula es evidente: si en aquella los sueños son las fantasÃas, los caprichos de los duendes del bosque, es ésta, son las cosas que, por deseseperanza y abatimiento de las emociones, ya se creen irrealizables. Si allà el verano es la luz, lo abierto, la vida, aquà el invierno es la oscuridad, lo cerrado, la muerte.
La pelÃcula nos cuenta una historia de amor. Aún con más paralelismos, nos cuenta la trágica historia de amor de Romeo y Julieta. Si éstos son jóvenes que han encontrado el amor desde la inocecencia y del despertar a la vida, los protagonistas de la pelÃcula son dos adultos que, estando ya de vuelta y llenos de historias y de vivencias que quieren olvidar, se encuentran conque, sin buscarlo y mucho menos sin esperarlo, aún es posible amar. En las dos historias, el azar, la casualidad, lo no esperado hace que las vidas de los personajes acaben en tragedia.
El diligente espectador sabe que la pelÃcula tiene como escenario Servia y los protagonistas son refugiados bosnios. Y no puede evadirse de ello ni, tampoco, de la tragedia que se vivió en aquella zona de Europa. Permanentemente está en un ¡ay! de horribles escenas de muerte y batalla, de represión sobre los refugiados y de los mil desastres que trae la guerra... pero no los ve, los oye porque los personajes los cuentan y, a veces, muy crudamente. El astuto director insinúa las cosas, pero no se regodea en la realidad vista desde lo trágico ni hurga en la herida: hubiera sido muy fácil y efectista: lo que quiere es contar una historia de amor en un entorno real que, además, es el suyo propio. Y lo hace bien.
La niña autista hace un memorable trabajo. Lo es de verdad y por ello se interpreta a sà misma. Su personaje es el hilo conductor y la excusa necesaria para que el protagonista empiece a notar como las murallas, que a lo largo de su vida ha ido construyendo para defender sus emociones, se van desplomando hasta quedar literalmente machacadas merced a un mezcla de compasión, cariño y afecto al desvalido que siente por la niña. Por ese camino descubre que en su corazón aún queda lugar para la ternura; y eso le lleva a amar a la madre. La escena en la que cuenta a la niña, como pidiéndola permiso, que está enamorado de su madre, es sublime.
Hay que ir a verla.
La pelÃcula nos cuenta una historia de amor. Aún con más paralelismos, nos cuenta la trágica historia de amor de Romeo y Julieta. Si éstos son jóvenes que han encontrado el amor desde la inocecencia y del despertar a la vida, los protagonistas de la pelÃcula son dos adultos que, estando ya de vuelta y llenos de historias y de vivencias que quieren olvidar, se encuentran conque, sin buscarlo y mucho menos sin esperarlo, aún es posible amar. En las dos historias, el azar, la casualidad, lo no esperado hace que las vidas de los personajes acaben en tragedia.
El diligente espectador sabe que la pelÃcula tiene como escenario Servia y los protagonistas son refugiados bosnios. Y no puede evadirse de ello ni, tampoco, de la tragedia que se vivió en aquella zona de Europa. Permanentemente está en un ¡ay! de horribles escenas de muerte y batalla, de represión sobre los refugiados y de los mil desastres que trae la guerra... pero no los ve, los oye porque los personajes los cuentan y, a veces, muy crudamente. El astuto director insinúa las cosas, pero no se regodea en la realidad vista desde lo trágico ni hurga en la herida: hubiera sido muy fácil y efectista: lo que quiere es contar una historia de amor en un entorno real que, además, es el suyo propio. Y lo hace bien.
La niña autista hace un memorable trabajo. Lo es de verdad y por ello se interpreta a sà misma. Su personaje es el hilo conductor y la excusa necesaria para que el protagonista empiece a notar como las murallas, que a lo largo de su vida ha ido construyendo para defender sus emociones, se van desplomando hasta quedar literalmente machacadas merced a un mezcla de compasión, cariño y afecto al desvalido que siente por la niña. Por ese camino descubre que en su corazón aún queda lugar para la ternura; y eso le lleva a amar a la madre. La escena en la que cuenta a la niña, como pidiéndola permiso, que está enamorado de su madre, es sublime.
Hay que ir a verla.