Tu, yo y todos los demás
Crítica
Julio Vallejo
Como reacción a los productos procedentes de Hollywood, el cine independiente americano ha rehuido muchos clichés del cine comercial. Sin embargo, y por desgracia, en no pocas ocasiones ha creado una serie de tópicos que le hacen más o menos reconocible. Éste es el caso de "Tú, yo y todos los demás".
El primer largometraje de Miranda July, una peculiar artista multimedia transformada en directora de cine, nos cuenta, como bastantes pelÃculas norteamericanas supuestamente independientes, la solitaria existencia de un grupo de personas más o menos corrientes. Como si se tratara de una mezcla de "Vidas cruzadas" y "Happiness" con una pizca del toque contemplativo de "Box of Moonlight", la directora nos sumerge en un extraño collage de historias. De esta manera, July enlaza la peculiar relación amorosa entre una artista visual y un vendedor de zapatos, el no menos extraño vÃnculo a través de Internet que se establece entre un niño pequeño y una directora de un museo de arte, o la relación eminentemente sexual entre dos adolescentes y un chaval, que es a su vez hijo del vendedor de zapatos y hermano del adicto a la red de redes.
Con un estilo contemplativo y un humor minimalista, el filme intenta que el espectador conecte con estos personajes melancólicos y solitarios. Sin embargo, la falta de garra y la cursilerÃa indie con la que está contado todo el filme sólo consiguen adormecer al espectador. Quizá, y sólo quizá, si Miranda July fuera más cineasta que artista visual su pelÃcula resultarÃa algo más amena y menos pretenciosa. Algo, eso sÃ, que no deben pensar los muchos festivales donde esta peliculita ha conseguido sus múltiples premios.
El primer largometraje de Miranda July, una peculiar artista multimedia transformada en directora de cine, nos cuenta, como bastantes pelÃculas norteamericanas supuestamente independientes, la solitaria existencia de un grupo de personas más o menos corrientes. Como si se tratara de una mezcla de "Vidas cruzadas" y "Happiness" con una pizca del toque contemplativo de "Box of Moonlight", la directora nos sumerge en un extraño collage de historias. De esta manera, July enlaza la peculiar relación amorosa entre una artista visual y un vendedor de zapatos, el no menos extraño vÃnculo a través de Internet que se establece entre un niño pequeño y una directora de un museo de arte, o la relación eminentemente sexual entre dos adolescentes y un chaval, que es a su vez hijo del vendedor de zapatos y hermano del adicto a la red de redes.
Con un estilo contemplativo y un humor minimalista, el filme intenta que el espectador conecte con estos personajes melancólicos y solitarios. Sin embargo, la falta de garra y la cursilerÃa indie con la que está contado todo el filme sólo consiguen adormecer al espectador. Quizá, y sólo quizá, si Miranda July fuera más cineasta que artista visual su pelÃcula resultarÃa algo más amena y menos pretenciosa. Algo, eso sÃ, que no deben pensar los muchos festivales donde esta peliculita ha conseguido sus múltiples premios.
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