Transformers
Crítica
Julio Vallejo
¿Qué se puede esperar de una pelÃcula dirigida por Michael Bay? La respuesta es muy fácil: muy poco. Su estilo, efectista a más no poder, consiste en ofrecer al espectador un espectáculo más parecido a una montaña rusa que a otra cosa. Explosiones, disparatadas escenas de acción, música atronadora, una cámara en constante movimiento, efectos especiales a diestro y siniestro, estética MTV y ausencia de un argumento verdaderamente relevante. Sus largometrajes son al cine lo que las hamburguesas a la comida: basura. Bien es verdad que, como esos armatostes de carne picada, se digiere más o menos bien, aunque a las dos horas da hambre. Bodrios como "Dos policÃas rebeldes", "La Roca", "Armaggedon" o "Pearl Harbour" lo demuestran.
Con esta breve presentación no es de extrañar que "Transformers" me haya disgustado bastante. En primer lugar, las luchas entre Decepticons y Autobots, las dos razas alienÃgenas de robots, no llegan nunca a interesarme. Por otra parte, la inclusión de los adolescentes Sam Witccky –un divertido Shia LeBeaouf– y su amiga Micaela –encarnada por esa nulidad con curvas que responde al nombre de Megan Fox– no tiene otra función que lograr que el público teenager, mayoritario seguidor de estos productos, se identifique con los protagonistas. Por lo demás, la eterna lucha entre el Bien, personificado por los Autobots, y el Mal, representado por los Decepticons, resulta de lo más pesada y poco sostenible. Tampoco viene a cuento el toque casi mesiánico que tiene el personaje de LeBeouf, aunque, estando Spielberg como productor, se comprende la inclusión del elemento bÃblico marca de la casa.
Sólo los magistrales efectos especiales y visuales salvan una pelÃcula sólo apta para adolescente adictos a los personajes, a los videojuegos y a los largometrajes de acción sin chicha.
Con esta breve presentación no es de extrañar que "Transformers" me haya disgustado bastante. En primer lugar, las luchas entre Decepticons y Autobots, las dos razas alienÃgenas de robots, no llegan nunca a interesarme. Por otra parte, la inclusión de los adolescentes Sam Witccky –un divertido Shia LeBeaouf– y su amiga Micaela –encarnada por esa nulidad con curvas que responde al nombre de Megan Fox– no tiene otra función que lograr que el público teenager, mayoritario seguidor de estos productos, se identifique con los protagonistas. Por lo demás, la eterna lucha entre el Bien, personificado por los Autobots, y el Mal, representado por los Decepticons, resulta de lo más pesada y poco sostenible. Tampoco viene a cuento el toque casi mesiánico que tiene el personaje de LeBeouf, aunque, estando Spielberg como productor, se comprende la inclusión del elemento bÃblico marca de la casa.
Sólo los magistrales efectos especiales y visuales salvan una pelÃcula sólo apta para adolescente adictos a los personajes, a los videojuegos y a los largometrajes de acción sin chicha.
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