Stoned
Crítica
Julio Vallejo
Sexo, drogas y música. Estas premisas, casi un tópico, son las preferidas de la mayorÃa de las pelÃculas biográficas sobre cantantes y músicos más o menos mÃticos. "Gran bola de fuego", "The Doors", "Ray", "En la cuerda floja" o "Camarón" son sólo un ejemplo de que estos ingredientes parecen imprescindibles en los biopics musicales.
Reuniendo los elementos más caracterÃsticos de este subgénero de largometrajes, "Stoned", la cinta dirigida por Stephen Woolley, nos trata de desvelar los últimos dÃas de vida de Brian Jones, el miembro de los Rolling Stones que fue despedido del grupo por sus problemas con los estupefacientes. Encerrado en un lujoso chalet, y con la única compañÃa de una guapa joven y de un albañil que le servÃa casi de niñera, Jones intentó remontar vuelo para poder reanudar su carrera musical. Sin embargo, y siempre según la tesis de la pelÃcula, la melancolÃa producida por la ruptura del músico con la actriz Anita Pallenberg y su dependencia de los estupefacientes le hicieron muy difÃcil sobreponerse a su hundimiento fÃsico y moral. Pese a ello, y poco antes de morir, el músico parecÃa dispuesto a retomar el vuelo. Una recuperación que fue truncada al ahogarse en una piscina. Es aquà donde Woolley y sus guionistas, Neal Purvis y Robert Wade, nos ofrecen peculiar versión sobre la muerte del artista: frente a la tesis oficial de que todo fue un accidente, los responsables del filme defienden que el albañil que lo cuidaba, movido quizá por los celos hacia Jones, le asesinó.
Con este material, Woolley compone una pelÃcula que trata de analizar los problemas de un músico torturado y abocado casi al final trágico. Sin embargo, el realizador no consigue que comprendamos el proceso de autodestrucción del músico. La ruptura de Jones con Anita Pallenberg y la relación de ésta con Keith Richards, una de las cabezas pensantes de los Rolling Stones, no parecen suficientes motivos como para sumir al artista en el pozo existencial en el que se encontraba en el último periodo de su vida. En otro aspecto, y quizá en homenaje a cierto cine libertario de los sesenta y los setenta, el realizador tampoco parece demasiado acertado al insertar imágenes psicodélicas para narrar los excesos del artista. Igualmente poco adecuado es el retrato ridÃculo y casi de pasada que el director y los guionistas hacen de los mÃticos creadores de "Satisfaction". Para culminar el cúmulo de despropósitos, la desganada interpretación de Leo Gregory, encargado de encarnar a Brian Jones, tampoco logra dotar de pasión a un largometraje que promete más que ofrece.
Reuniendo los elementos más caracterÃsticos de este subgénero de largometrajes, "Stoned", la cinta dirigida por Stephen Woolley, nos trata de desvelar los últimos dÃas de vida de Brian Jones, el miembro de los Rolling Stones que fue despedido del grupo por sus problemas con los estupefacientes. Encerrado en un lujoso chalet, y con la única compañÃa de una guapa joven y de un albañil que le servÃa casi de niñera, Jones intentó remontar vuelo para poder reanudar su carrera musical. Sin embargo, y siempre según la tesis de la pelÃcula, la melancolÃa producida por la ruptura del músico con la actriz Anita Pallenberg y su dependencia de los estupefacientes le hicieron muy difÃcil sobreponerse a su hundimiento fÃsico y moral. Pese a ello, y poco antes de morir, el músico parecÃa dispuesto a retomar el vuelo. Una recuperación que fue truncada al ahogarse en una piscina. Es aquà donde Woolley y sus guionistas, Neal Purvis y Robert Wade, nos ofrecen peculiar versión sobre la muerte del artista: frente a la tesis oficial de que todo fue un accidente, los responsables del filme defienden que el albañil que lo cuidaba, movido quizá por los celos hacia Jones, le asesinó.
Con este material, Woolley compone una pelÃcula que trata de analizar los problemas de un músico torturado y abocado casi al final trágico. Sin embargo, el realizador no consigue que comprendamos el proceso de autodestrucción del músico. La ruptura de Jones con Anita Pallenberg y la relación de ésta con Keith Richards, una de las cabezas pensantes de los Rolling Stones, no parecen suficientes motivos como para sumir al artista en el pozo existencial en el que se encontraba en el último periodo de su vida. En otro aspecto, y quizá en homenaje a cierto cine libertario de los sesenta y los setenta, el realizador tampoco parece demasiado acertado al insertar imágenes psicodélicas para narrar los excesos del artista. Igualmente poco adecuado es el retrato ridÃculo y casi de pasada que el director y los guionistas hacen de los mÃticos creadores de "Satisfaction". Para culminar el cúmulo de despropósitos, la desganada interpretación de Leo Gregory, encargado de encarnar a Brian Jones, tampoco logra dotar de pasión a un largometraje que promete más que ofrece.
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