Samaritan Girl
Crítica
Diego Salgado
Dos adolescentes ejercen la prostitución para pagarse un viaje a Europa. Yeo-jin (Kwak Ji-min) se limita a acordar citas y pagos, lo que la hace sentirse culpable. Sin embargo, la idealista Jae-young (Seo Min-jung) disfruta implicándose emocionalmente con sus clientes, e incluso cree que puede contribuir con su entrega fÃsica a que sean mejores personas. Su muerte propiciará un cambio de actitud en su amiga que el padre de ésta (Lee Uhl) no entenderá.
El cine de Kim Ki-duk no ofrece respuestas. Es difÃcil hasta reconocer el sentido de las preguntas que plantea y se plantea. Como sus personajes, el autor quiere ir más allá de las convenciones y lo común, seguro de que la única posibilidad de hallar un significado al camino es abrirlo uno mismo.
Por eso, como ya se comentaba en esta misma página a propósito de la reciente "Hierro 3", serÃa apropiado calificar sus films de fábulas. Su interés no radica en la narración, sino en la lógica latente, inaprensible, que respira la sucesión de imágenes.
"Samaritan Girl" se divide en tres actos, que podrÃan constituir cortos independientes. En el primero, "Vasumitra", Yeo-jin comprende demasiado tarde la postura de Jae-young. En el segundo, "Samaria", Yeo-jin intenta remediar su error, y es su padre quien se empeña en imponer su visión de las cosas. En el tercero, "Sonata", padre e hija asumirán la carga de sus actos y encararán su destino.
Este último tramo está a punto de precipitar la pelÃcula en lo forzado y lo crÃptico, peligros que Kim Ki-duk bordea a menudo. Aun asÃ, la emoción y la belleza hacen su aparición tan a menudo a lo largo del metraje que compensan la incomodidad provocada por lo desarticulado del conjunto.
El espectador ha de decidir si se atreve a afrontar la ruta que apunta "Samaritan Girl" sin otra guÃa que el fulgor de sus sentimientos más libres.
El cine de Kim Ki-duk no ofrece respuestas. Es difÃcil hasta reconocer el sentido de las preguntas que plantea y se plantea. Como sus personajes, el autor quiere ir más allá de las convenciones y lo común, seguro de que la única posibilidad de hallar un significado al camino es abrirlo uno mismo.
Por eso, como ya se comentaba en esta misma página a propósito de la reciente "Hierro 3", serÃa apropiado calificar sus films de fábulas. Su interés no radica en la narración, sino en la lógica latente, inaprensible, que respira la sucesión de imágenes.
"Samaritan Girl" se divide en tres actos, que podrÃan constituir cortos independientes. En el primero, "Vasumitra", Yeo-jin comprende demasiado tarde la postura de Jae-young. En el segundo, "Samaria", Yeo-jin intenta remediar su error, y es su padre quien se empeña en imponer su visión de las cosas. En el tercero, "Sonata", padre e hija asumirán la carga de sus actos y encararán su destino.
Este último tramo está a punto de precipitar la pelÃcula en lo forzado y lo crÃptico, peligros que Kim Ki-duk bordea a menudo. Aun asÃ, la emoción y la belleza hacen su aparición tan a menudo a lo largo del metraje que compensan la incomodidad provocada por lo desarticulado del conjunto.
El espectador ha de decidir si se atreve a afrontar la ruta que apunta "Samaritan Girl" sin otra guÃa que el fulgor de sus sentimientos más libres.
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