Los increibles

Crítica

Diego Salgado

Señalaba recientemente el crítico Jesús Palacios a propósito de "Los increíbles" que las fronteras entre el cine de imagen real y el animado son "cada vez más difusas" (1). Uno va aún más lejos y se atreve a conjeturar que, en poco tiempo, pretender distinguir lo infográfico de lo real será no ya difícil, sino también absurdo. Si la cultura audiovisual de masas ha terminado con "la autenticidad de la experiencia", de manera que "cada uno es producto de la avalancha de imágenes de los medios de comunicación" (2), la informática logrará erradicar además nuestra propia identidad física; para sentirnos reales habremos de recurrir al e-mail, la webcam, los álbumes digitales, el móvil, los weblogs, los juegos en red, las descargas compartidas... el culto dionisiaco al cuerpo será sustituido por el cultivo de una personalidad compuesta por nicknames, píxeles y roles diversos.

En lo que respecta al cine, acaba de estrenarse "Polar Express", protagonizada por creaciones infográficas que han absorbido el alma gestual de Tom Hanks. El 22 de diciembre llega a las pantallas "Sky Captain y el mundo del mañana", una película donde la imagen de los intérpretes (¡uno de ellos muerto!: Laurence Olivier) es inyectada en un entorno por completo virtual. Y en mayo de 2005 la última entrega de "La guerra de las galaxias" jubilará el celuloide. Su rodaje con cámaras digitales hace que la imagen filmada desagüe en un disco duro donde perderá su condición real para fluir a través de los microprocesadores como información pura, infinitamente manipulable.

A quien grite, "¡Malditos! ¿Dónde queda la emoción?", le recomendamos que compare, sin salir de la cartelera actual, engendros llenos de seres humanos como "Alien vs Predator", "Anacondas: la cacería por la orquídea sangrienta", "Bridget Jones: Sobreviviré", "2 colgaos muy fumaos", "El fuego de la venganza", o "Resident Evil 2: Apocalypse" con esta película. Convendrá en que puede leerse más humanidad en los ojos de Violeta, la hija digital de Mr. Fantástico y Elastigirl, que en los rostros abotargados por el conformismo y los cheques de Milla Jovovich, Denzel Washington o Renée Zellweger.

Así las cosas, "Los increíbles" debería contemplarse como una película más, sector entretenimiento "made in Hollywood". Y resulta que, como tal, el escritor y director Brad Bird ha logrado crear un universo al que prestan aliento y coherencia los espíritus burlones del espionaje con glamour (James Bond, "Misión Imposible"...) y del comic superheroico ("Los 4 Fantásticos", "Control de daños", "Watchmen"...); con una estética visual y musical radiante que bebe de los 40, 50 y 60 del siglo pasado; con un sentido narrativo ejemplar y soberbias escenas de acción; desbordante de humor, aventura y personajes atractivos; con un mensaje en ocasiones radical para los tiempos falsamente igualitarios que corren; y con el soporte técnico de Pixar, compañía que vuelve a demostrar –como en "Toy story" I y II o "Buscando a Nemo"- su extraordinaria pericia en la animación gráfica 3D, de mayor mérito en esta ocasión por atreverse por primera vez con personas como protagonistas.

Quizás pueda argumentarse que, dados los avances de la animación, "Los increíbles" envejecerá pronto. Que en el fondo carece de originalidad. Que puede cansar en sucesivos visionados. A lo mejor. Lo único seguro es que, recién salido de la sala, uno siente agradecimiento hacia los creadores de la película por ofrecernos dos horas de verdadero cine. Algo de lo que andan muy escasos tantos presuntos acontecimientos inanimados.

Si reconocemos que, al fin y al cabo, los sentimientos, las emociones y las reflexiones que provoca en nosotros lo exterior constituyen lo único real, "Los increíbles" se consolida como una de las mejores experiencias cinematográficas del año.


NOTAS

(1) "Los increíbles". Jesús Palacios. Fotogramas nº 1.934. Diciembre 2004 (año 58). Página 19.

(2) Entrevista de Julieta Rudich a Elfriede Jelinek, premio Nobel de literatura 2004. Babelia. El País. Sábado, 4 de diciembre de 2004. Nº 680. Página 3.

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