El hundimiento

Crítica

Diego Salgado

¿Y esto era todo? Cuando uno sale de ver "El hundimiento" no puede sentir sino desconcierto ante las reacciones histéricas que ha provocado la película en Peter Handke o Wim Wenders, y estupor al revisar las alabanzas que, por otra parte, ha propiciado entre muchos críticos. Obsesionados todos ellos con el valor de la revisión histórica, olvidan los primeros aquello de que "no ofende quien quiere, sino quien puede", y los segundos que el tratamiento de un "gran tema" no garantiza en ningún caso a la expresión artística un certificado de calidad previo. Porque como cine, que es lo importante, "El hundimiento" no pasa de mediocre.

El productor, y en este caso también guionista, Bernd Eichinger ha mezclado las vivencias contadas por una secretaria de Adolf Hitler en el libro "Hasta el último momento" (1) con los datos contenidos en la obra del historiador Joachim Fest "El hundimiento" (2). A continuación, ha escogido como director a Olivier Hirschbiegel, que había tratado un tema en cierto modo similar en un contexto abstracto con "El experimento" (2001). Y ha confiado el papel del dictador a Bruno Ganz, actor de enorme experiencia teatral y cinematográfica, a quien acompañan otros grandes intérpretes como Juliane Köhler (Eva Braun) o Corinna Harfouch (Magda Goebbels).

Sin embargo, en sus facetas respectivas, tanto Eichinger como Hirschbiegel habían demostrado anteriormente que sus pretensiones exceden con mucho su talento. El productor se halla especializado desde hace años en operaciones de prestigio que prestan a sus pacientes apariencia de vida aunque por dentro estén eviscerados. Ejemplos: "La historia interminable", "El nombre de la rosa", "La casa de los espíritus", "Smila: misterio en la nieve", "En un lugar de África" (3). En cuanto al director, sus trabajos televisivos -entre ellos "Rex: un policía diferente"- y su primer largometraje, ya citado (4), no permitían apreciar capacidades que dotaran a sus historias de nuevas lecturas visuales.

En "El hundimiento" ambos siguen su línea habitual, y no asistimos más que a una representación pulida y anecdótica. En pocos momentos podemos destilar de las imágenes una emoción, y menos aún conclusiones. Después de un breve prólogo en 1942, que describe cómo se conocen Hitler y su nueva secretaria (Alexandra Maria Lara), se pasa directamente al búnker berlinés donde agonizó el régimen nazi entre el 20 de abril y el 1 de mayo de 1945. Durante más de dos horas, se alternan escenas del genocida pegando alaridos o mascullando barbaridades; escenas del ser humano tras el bigote tomándose un café o besando a su pareja; escenas de sus subordinados discutiendo si hay que abandonar el barco o inmolarse junto al Führer; y escenas de los exteriores que circundan el recinto, donde vemos sufrir "al pueblo" bajo las bombas. Así, una y otra y otra vez. Siempre con un estilo pobre, esquemático, nada creativo. Y hasta llegar a la acumulación de suicidios voluntarios o inducidos más meticulosa de la historia del cine, que tampoco llega a calar como sí lo hace en cambio el típico listado "¿Qué le pasó a cada uno?" y la última reflexión documental de Traudl Junge. Momentos estos que evidencian finalmente y con su sencillez la impotencia de las salvas anteriores para profundizar en la esencia de los personajes y el devenir de los acontecimientos históricos.

En este sentido, es triste que la encarnación del propio Adolf Hitler haya suscitado tanta controversia. Ganz se esfuerza en reproducir sus tics, sus dolencias, su acento. Pero el papel que ha escrito para él Eichinger es una figura difusa, y la presunta "humanidad" que se reivindica como novedosa no es tal: Anthony Hopkins en "El búnker" (George Schaefer, 1981) y Robert Carlyle en "Hitler: The Rise of Evil" (Christian Duguay, 2003), ya habían logrado que el espectador tuviera que pensar cuando contemplase al monstruo. Algo que uno daba por hecho, pero que por lo visto aún resulta para muchos una provocación intelectual: podíamos leer recientemente que la representación de Hitler en "El hundimiento" como "un personaje de carne y hueso" es espléndida porque, entre otras cosas, "alaba un plato de espaguetis antes de su suicidio" (5). Si eso define a un ser humano -y la película no ofrece mucho más al respecto-, habrá que extender la declaración de derechos humanos a las moscas.


Notas



(1) "Hasta el último momento: la secretaria de Hitler cuenta su vida". Traudl Junge, con la colaboración de Melissa Müller. Ediciones Península (Colección Atalaya). 2003.



(2) "El hundimiento: Hitler y el final del Tercer Reich". Joachim Fest. Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores. 2003.



(3) Entre sus últimas producciones destacan, por decirlo de alguna manera, las dos partes de "Resident Evil". Entre las futuras, "El perfume" y "Los 4 Fantásticos".



(4) El segundo y anterior a "El hundimiento", "Mein letzer Film" (2002), retrato pseudoconfesional de una actriz encarnada por Hannelore Elsner, no ha sido estrenado en España.



(5) J. Comas. El País. 17/09/04. Citado en el affiche de los Cines Verdi sobre el film.

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