Descubriendo Nunca Jamás

Crítica

Julio Vallejo

Johnny Depp es uno de los actores más extraños del cine actual. Inquieto y decididamente valiente, el protagonista de "Piratas del Mar Caribe" se ha especializado en personajes raros y freakies. De hecho, y a pesar de que su carrera está plagada de trabajos comerciales y de escasa relevancia, el intérprete norteamericano ha dado lo mejor de si mismo con sus interpretaciones de tipos algo marginales. El adorable monstruo de "Eduardo Manostijeras", el simpático y atolondrado policía de "Sleepy Hollow", el extraño director de Ed Wood o el chaval retraído de "Benny & Joon" han demostrado el gusto del actor por los inadaptados y por todos aquellos alejados de los cauces ordinarios de comportamiento.

En "Descubriendo Nunca Jamás", Depp continúa con su peculiar pasión por los outsiders al interpretar a James M. Barrie, el autor de Peter Pan. Al fin y al cabo, el autor teatral era un ser extraño que prefería la fantasía y la compañía de los niños al prosaico mundo adulto. En este sentido, el filme contrasta la fría vida conyugal de Barrie con su alegre y fantástica relación con Sylvia Du Marier (Kate Winslet) y sus hijos. Haciendo gala de un estilo clásico y elegante, Marc Foster, el autor de la magnífica y dura "Monsters Ball", nos traslada de una manera nada manierista ni ñoña al peculiar mundo creado por el autor teatral, la viuda enferma y sus adorables niños. Sin que chirríe nada, el realizador consigue aunar las escenas fantásticas y las realistas en una película que puede considerarse como un cuento para aquellos que se resisten a ser completamente adultos. De hecho, la obra creada por Barrie, y estrenada con gran éxito en el Londres de principios del siglo XX, parece ser la forma en la que el dramaturgo quiso dejar constancia de la imborrable huella que en él dejaron las tardes de juego con Sylvia y sus pequeños.

Bonita y estimulantemente lacrimógena, "Descubriendo Nunca Jamás" es una excelente película de niños que pueden disfrutar los mayores. Sólo las escenas entre Barrie, interpretado por un excelente Johnny Depp, y Peter, encarnado por un asombroso pequeñajo llamado Freddie Highmore, ya valen más que la mayoría del cine que vemos últimamente. Bien es verdad que, en su esfuerzo por crear un universo ideal, la película y sus responsables pasan de puntillas por un espinoso asunto: los rumores de pederastia a las que se enfrentó Barrie. Sin embargo, y como diría John Ford, la leyenda es preferible en muchos casos a la realidad.

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