Codigo 46
Crítica
Julio Vallejo
Niño prodigio del cine británico, Michael Winterbottom parece no querer encasillarse en ningún género. En los últimos cinco años, el prolÃfico director ha probado suerte con el retrato coral ("Wonderland"), el western ("El perdón"), el pseudocumental musical ("24 Hour Party People") o el porno ("9 Songs"). Rodada con anterioridad a esta última, "Código 46" supone otro cambio de registro al abordar una historia de amor ambientada en un futuro más o menos cercano.
Contando con Frank Cottrell Boyce, el guionista de "Wonderland", "El perdón" y "24 Hour Party People", Winterbottom nos cuenta la peculiar relación que se establece entre William, un detective encargado de investigar la producción de visados, y MarÃa, la principal sospechosa del fraude que investiga William. Entre ambos, y a pesar de encontrarse en una posición de antagonistas, surge una irresistible atracción que se verá frenada por el llamado código 46, que impide que dos seres como ellos, con demasiadas similitudes genéticas, puedan tener relaciones sexuales. Descubiertos por las autoridades, ambos serán sometidos a un lavado de cerebro que les hará olvidarse el uno del otro. Sin embargo, y debido a las investigaciones de William, ambos se volverán a encontrar.
Con estos ingredientes, el director inglés realiza una singular pelÃcula de fascinante look visual que mezcla ciencia ficción, thriller, cine negro y melodrama. Sin embargo, y pese a lo apasionado de la trama, el filme rara vez alcanza la emoción debido al esteticismo al que nos tiene acostumbrados Winterbottom. Como ocurriera en "9 Songs", el toque estampita posmoderna gana por goleada a la verdadera emoción. En este sentido no basta un decorado sacado de "Ikea" y una música omnipresente para fascinar con una historia que pide pasión y desgarro. Sólo la increÃble labor de la pareja protagonista –un magnÃfico Tim Robbins y una perfecta Samantha Morton- deja traslucir en algún momento que estamos ante una historia de amor loco. En este sentido, Winterbotton vuelve a dar un fascinante envoltorio a una contenido que le exigÃa menos elegancia y más vÃsceras.
Contando con Frank Cottrell Boyce, el guionista de "Wonderland", "El perdón" y "24 Hour Party People", Winterbottom nos cuenta la peculiar relación que se establece entre William, un detective encargado de investigar la producción de visados, y MarÃa, la principal sospechosa del fraude que investiga William. Entre ambos, y a pesar de encontrarse en una posición de antagonistas, surge una irresistible atracción que se verá frenada por el llamado código 46, que impide que dos seres como ellos, con demasiadas similitudes genéticas, puedan tener relaciones sexuales. Descubiertos por las autoridades, ambos serán sometidos a un lavado de cerebro que les hará olvidarse el uno del otro. Sin embargo, y debido a las investigaciones de William, ambos se volverán a encontrar.
Con estos ingredientes, el director inglés realiza una singular pelÃcula de fascinante look visual que mezcla ciencia ficción, thriller, cine negro y melodrama. Sin embargo, y pese a lo apasionado de la trama, el filme rara vez alcanza la emoción debido al esteticismo al que nos tiene acostumbrados Winterbottom. Como ocurriera en "9 Songs", el toque estampita posmoderna gana por goleada a la verdadera emoción. En este sentido no basta un decorado sacado de "Ikea" y una música omnipresente para fascinar con una historia que pide pasión y desgarro. Sólo la increÃble labor de la pareja protagonista –un magnÃfico Tim Robbins y una perfecta Samantha Morton- deja traslucir en algún momento que estamos ante una historia de amor loco. En este sentido, Winterbotton vuelve a dar un fascinante envoltorio a una contenido que le exigÃa menos elegancia y más vÃsceras.
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