Bodas y prejuicios
Crítica
Julio Vallejo
Africana de origen hindú criada en Gran Bretaña, la realizadora Gurinder Chadha ha conseguido desarrollar una carrera donde ha dejado patente su especial interés por las relaciones familiares y por el choque de diferentes formas de entender la vida. Tanto "¿Qué se está cociendo?" como "Quiero ser como Beckham", sus dos filmes más conocidos en España, dejaban de manifiesto su interés por las comedias de costumbres donde se refleja la pluralidad de culturas y etnias presentes en una sociedad donde coinciden personas de diferentes procedencias.
"Bodas y prejuicios", la peculiar y actualizadÃsima versión de "Orgullo y prejuicio", de Jane Austen, parece seguir los pasos marcados por Chadha en sus filmes anteriores . A través de la historia de amor de Will Darcy (un sosÃsimo Martin Henderson) , un guapo empresario norteamericano, y Lalita (una impresionante Aishawarya Rai), una hermosa e inteligente chica de la clase media india, la realizadora vuelve a tratar sus temas favoritos: la dificultad de aceptar al diferente y las difÃciles relaciones entre padres e hijos. Sin ningún tipo de complejo y sin demasiadas pretensiones, la directora de "Quiero ser como Beckham" nos ofrece una ciertamente divertida mezcla de comedia, drama y musical al estilo Bollywood que no tiene miedo a caer en el ridÃculo. En este sentido, los responsables del filme parecen reÃrse un poco de cada uno de los géneros amplificando algunas de sus caracterÃsticas más tópicas. Los números musicales son divertidamente artificiales, las puestas de sol decididamente ocres y las escenas de amor deliberadamente cursis. Sin embargo, y pese a la liviandad de todo el conjunto, la directora no se olvida de hacer una crÃtica certera de la intolerancia de la sociedad india y occidental a través de una descripción más que certera las familias de los dos tortolitos. En este sentido, el filme hace un incisivo retrato de las dos madres de los dos amantes: la progenitora del rico empresario es la tÃpica señora que desconfÃa de todo, mientras que la madre de Lalita es una mujer sencilla que sólo quiere que su hija se case con un hombre rico e hindú para que su familia prospere económica y socialmente.
En definitiva, "Bodas y prejuicios" es una bonita pelÃcula que consigue mandar un mensaje tolerante sin necesidad de aburrir al espectador.
"Bodas y prejuicios", la peculiar y actualizadÃsima versión de "Orgullo y prejuicio", de Jane Austen, parece seguir los pasos marcados por Chadha en sus filmes anteriores . A través de la historia de amor de Will Darcy (un sosÃsimo Martin Henderson) , un guapo empresario norteamericano, y Lalita (una impresionante Aishawarya Rai), una hermosa e inteligente chica de la clase media india, la realizadora vuelve a tratar sus temas favoritos: la dificultad de aceptar al diferente y las difÃciles relaciones entre padres e hijos. Sin ningún tipo de complejo y sin demasiadas pretensiones, la directora de "Quiero ser como Beckham" nos ofrece una ciertamente divertida mezcla de comedia, drama y musical al estilo Bollywood que no tiene miedo a caer en el ridÃculo. En este sentido, los responsables del filme parecen reÃrse un poco de cada uno de los géneros amplificando algunas de sus caracterÃsticas más tópicas. Los números musicales son divertidamente artificiales, las puestas de sol decididamente ocres y las escenas de amor deliberadamente cursis. Sin embargo, y pese a la liviandad de todo el conjunto, la directora no se olvida de hacer una crÃtica certera de la intolerancia de la sociedad india y occidental a través de una descripción más que certera las familias de los dos tortolitos. En este sentido, el filme hace un incisivo retrato de las dos madres de los dos amantes: la progenitora del rico empresario es la tÃpica señora que desconfÃa de todo, mientras que la madre de Lalita es una mujer sencilla que sólo quiere que su hija se case con un hombre rico e hindú para que su familia prospere económica y socialmente.
En definitiva, "Bodas y prejuicios" es una bonita pelÃcula que consigue mandar un mensaje tolerante sin necesidad de aburrir al espectador.
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