American splendor
Crítica
Diego Salgado
Este film nos señala el valor de la vida real, y el sentido del trasvase de unos medios expresivos a otros. Sólo por eso, es difÃcil que este año pueda surgir una pelÃcula tan interesante como "American Splendor". Además, el estreno de una adaptación de cómic que pueden disfrutar mayores de edad supone todo un acontecimiento.
Harvey Pekar tiene 65 años. Nació en Cleveland (Ohio, EE.UU.), donde ha vivido siempre. Carece de educación universitaria. Ha trabajado hasta su jubilación como archivero en un hospital de veteranos. Él mismo afirma que su existencia es "sencilla y barata". Trabajo, comida, alquiler y discos de jazz.
A principios de los 70 empieza a escribir guiones de comic, que amigos como el dibujante Robert Crumb se ofrecen a ilustrar. Pekar abandona el vicio del coleccionismo discográfico, y con algunos ahorros edita un comic-book que titula irónicamente "American Splendor".
Su obra es muy diferente al mundo de superhéroes o animales antropormofizados que abarrotan el mercado; pero también a los comics underground de Crumb o Shelton, en los que puede apreciarse dramatismo o idealización, aunque sea negativa. Pekar escribe historias sin relieve, porciones o fragmentos de vida ("slice-of-life") sobre la cola del supermercado, los compañeros de trabajo o una mañana de domingo. A veces, su autor comenta los hechos o habla de sà mismo. Otras, se limita a recoger conversaciones o anécdotas.
Los documentalistas Shari Berman y Bob Pulcini deciden adaptar el comic al cine, y lo hacen de una manera brillante. No trasladan a la pantalla una sucesión de viñetas que recreen un Harvey Pekar cinematográfico. Prefieren calar en las inquietudes que plantea "American Splendor": el hecho de que existan tantas apariencias de Pekar como dibujantes han pasado por la serie; la diferencia entre el escritor y su personaje; su relación con quienes han conocido al autor previamente como carácter más o menos ficticio; la redención de lo cotidiano a través de la creación-. Y levantan un film en el que a través del propio Pekar y de Paul Giamatti, el actor que interpreta al guionista en las escenas convencionalmente dramáticas, realidad y ficción devienen indisolubles.
El resultado es brillante. Hasta el punto de que son los momentos dramatizados los que saben a poco, ante la riqueza que ofrece lo real. Berman y Pulcini llegan a la conclusión, y nosotros con ellos, de que cualquier representación solo vale lo que la vida que respira. Al respecto hay dos momentos excepcionales en el film, la narración sobre la antigua compañera de instituto que se cruza casualmente con Pekar, y sobre todo la plasmación de "La historia del nombre de Harvey Pekar" (1).
Por encima de ciertas arritmias e histrionismos, "American Splendor" cumple con creces el objetivo de reflejar como el único sentido de la existencia humana procede de intentar explicárnosla a nosotros mismos a través del arte. En este caso, de dos artes. El cine, y el cómic.
Notas:
(1) Historieta incluida en "American Splendor. Los cómics de Bob y Harv". Obras completas de Robert Crumb. Número 12. VÃbora Comix. Ediciones La Cúpula, 2004.
Harvey Pekar tiene 65 años. Nació en Cleveland (Ohio, EE.UU.), donde ha vivido siempre. Carece de educación universitaria. Ha trabajado hasta su jubilación como archivero en un hospital de veteranos. Él mismo afirma que su existencia es "sencilla y barata". Trabajo, comida, alquiler y discos de jazz.
A principios de los 70 empieza a escribir guiones de comic, que amigos como el dibujante Robert Crumb se ofrecen a ilustrar. Pekar abandona el vicio del coleccionismo discográfico, y con algunos ahorros edita un comic-book que titula irónicamente "American Splendor".
Su obra es muy diferente al mundo de superhéroes o animales antropormofizados que abarrotan el mercado; pero también a los comics underground de Crumb o Shelton, en los que puede apreciarse dramatismo o idealización, aunque sea negativa. Pekar escribe historias sin relieve, porciones o fragmentos de vida ("slice-of-life") sobre la cola del supermercado, los compañeros de trabajo o una mañana de domingo. A veces, su autor comenta los hechos o habla de sà mismo. Otras, se limita a recoger conversaciones o anécdotas.
Los documentalistas Shari Berman y Bob Pulcini deciden adaptar el comic al cine, y lo hacen de una manera brillante. No trasladan a la pantalla una sucesión de viñetas que recreen un Harvey Pekar cinematográfico. Prefieren calar en las inquietudes que plantea "American Splendor": el hecho de que existan tantas apariencias de Pekar como dibujantes han pasado por la serie; la diferencia entre el escritor y su personaje; su relación con quienes han conocido al autor previamente como carácter más o menos ficticio; la redención de lo cotidiano a través de la creación-. Y levantan un film en el que a través del propio Pekar y de Paul Giamatti, el actor que interpreta al guionista en las escenas convencionalmente dramáticas, realidad y ficción devienen indisolubles.
El resultado es brillante. Hasta el punto de que son los momentos dramatizados los que saben a poco, ante la riqueza que ofrece lo real. Berman y Pulcini llegan a la conclusión, y nosotros con ellos, de que cualquier representación solo vale lo que la vida que respira. Al respecto hay dos momentos excepcionales en el film, la narración sobre la antigua compañera de instituto que se cruza casualmente con Pekar, y sobre todo la plasmación de "La historia del nombre de Harvey Pekar" (1).
Por encima de ciertas arritmias e histrionismos, "American Splendor" cumple con creces el objetivo de reflejar como el único sentido de la existencia humana procede de intentar explicárnosla a nosotros mismos a través del arte. En este caso, de dos artes. El cine, y el cómic.
Notas:
(1) Historieta incluida en "American Splendor. Los cómics de Bob y Harv". Obras completas de Robert Crumb. Número 12. VÃbora Comix. Ediciones La Cúpula, 2004.
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