La importancia de llamarse Ernesto

Crítica

Julio Vallejo

"La importancia de llamarse Ernesto", la nueva adaptación de una obra teatral homónima de Oscar Wilde, es una de esas excusas para reunir a viejos amigos y colaboradores. Por una parte, el director Oliver Parker y el actor Rupert Everett se vuelven a encontrar después del relativo éxito de "Un marido ideal", precisamente otra adaptación del inmortal genio irlandés.

Por otra parte, Everett coincide en el filme con uno de los compañeros de sus primeros trabajos: Colin Firth. Ambos fueron los protagonistas de "Otro país", aquella preciosa historia de dos estudiantes -uno homosexual y otro comunista- internados en un rígido colegio inglés.

Dejando a un lado estas simpáticas coincidencias, "La importancia de llamarse Ernesto" es una aceptable versión del clásico que divierte y que, casi sin ningún rubor, no quiere esconder su origen teatral. Bien es verdad que, como suele ser habitual, el director "airea" algo la trama, aunque esta salida a los exteriores tiene más un fin paisajístico que dramático. Sin embargo, tanto en la dirección de actores como en la planificación, Parker decide seguir los patrones clásicos, ofreciendo poco más que teatro bien filmado en bonitos exteriores. Pese a esta rigidez, ya presente en sus adaptaciones de "Otelo" y "Un marido Ideal", Parker cuenta con un gran punto a su favor: su maestría a la hora de dirigir actores. Además, en este sentido, Parker tiene suerte: todos los actores con los que trabaja son de primera categoría. Esto, unido a la brillantez de la obra de Wilde, asegura una más que entretenida hora y media de diversión y excelentes diálogos.

Como ya sabrán los fans de la obra del autor, "La importancia de llamarse Ernesto" cuenta la historia de Jack Worthing (Colin Firth), un hombre rico que lleva una doble vida. Mientras que en el campo es un rico terrateniente, en la ciudad es un hombre de vida disipada. Sin embargo, todo esto cambiará cuando Jack, conocido en la ciudad como Ernst, se enamore de Gwendolen (Frances O´Connor), prima de Algy Moncrieff (Ruppert Everett), su mejor amigo. Éste a su vez, y haciéndose por Ernst, se enamorará a la vez de Cecily (Reese Whiterspoon), la pupila de Jack. Como se puede ver, el lío está servido.

En resumen, el filme es una buena oportunidad de mostrarnos que las divertidas e ingeniosas comedias de Wilde siguen hoy tan vivas como cuando las escribió a finales del siglo XIX.

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