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Crítica

Diego Salgado

"xXx" (Rob Cohen, 2002) ofrecía un prólogo arriesgado, que pretendía liberar al género de los superespías del estilo impuesto por James Bond: Un agente tan rancio y atildado como 007 hacía el ridículo en un concierto de rock gótico, era liquidado en el escenario, y salía del local llevado en volandas por un público enfervorizado.

El guionista Rich Wilkes certificaba la inutilidad de un héroe que deslumbraba a los espectadores cuarenta años atrás, pero que ahora sólo puede despertar la admiración de empleados de banca y ejecutivos de medio pelo. Bond es ya un anacronismo, una franquicia de objetos de lujo que sólo se perpetúa por convención.

Desgraciadamente, "xXx" perdía fuelle inmediatamente. El mando de la Agencia Nacional de Seguridad Augustus Gibbons (Samuel L. Jackson) decidía crear un nuevo tipo de agente que pudiese combatir de igual a igual con la "escoria" criminal del nuevo orden mundial, pero su elección no pasaba de ser un gamberro con aficiones alternativas, Xander Cage (Vin Diesel). Lo más absurdo es que la película terminaba adoptando todos los tics de un Bond cualquiera, incluyendo hasta una parodia del maestro armero Q, Toby Lee Shavers (Michael Roof).

"xXx 2: Estado de Emergencia" presenta también alguna novedad que no pasa de amago. Asesinado Cage en una misión en Bora Bora, y atacada la mismísima sede de la Agencia Nacional de Seguridad, Gibbons parece concluir que cada misión concreta necesita un xXx especial. Un antiguo compañero suyo de armas, George Deckert (Willem Dafoe), ha ascendido hasta convertirse en Secretario de Defensa, y planea un golpe de estado contra un Presidente con "talante" (Peter Strauss). Para evitarlo, Gibbons escoge a otro camarada de pelotón, Darius Stone (Ice Cube), convicto como resultado de una refriega en la que estuvieron involucrados nueve años antes todos los citados.

Es decir, xXx tendrá un rostro para cada ocasión, y el enemigo está en casa. Ideas atractivas, puestas en acción sin embargo de la manera más precipitada y torpe posible. Además, la falta de chispa del actor protagonista, Ice Cube, se corresponde con la de los diálogos, reducidos a latiguillos del tipo "Eso ya lo veremos", "Me acuerdo de usted cada vez que como carne", "Qué te apuestas" o "Lo mío es ir a 200 con la poli pegada al culo". En cuanto a la realización, no va más allá del bombardeo de planos, un sonido atronador, y numerosos efectos digitales.

Aparte la desvergüenza de una escena, cerca del final, en la que el Presidente de los Estados Unidos es secuestrado y el Capitolio cañoneado, es muy poquito lo que merece recordarse de "xXx 2: Estado de Emergencia". Y visto el mediocre resultado en taquilla de la película en su primer fin de semana norteamericano, por mucho que se empeñe Gibbons dudamos que esta saga continúe.

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