Un día inesperado

Crítica

Julio Vallejo

¿Qué hubiera pasado si en vez de hacer una cosa hubiéramos hecho la contraria? El cine, como espejo deformado de la vida, también se ha hecho esta pregunta. Películas como "Atrapado por su pasado", "Dos vidas en un solo instante" o "La vida en un hilo" han intentado responder de una manera u otra estas cuestiones. Incluso un clásico como "¡Qué bello es vivir!" nos narraba lo que hubiera sido del destino de su protagonista si este hubiera optado por suicidarse. Más recientemente, "El efecto mariposa" nos mostró cómo nuestros actos, por pequeños que sean, influyen en el devenir de la Historia.

Siguiendo esta tradición, "Un día inesperado" adapta los peculiares tópicos del subgénero a los códigos de la comedia romántica contemporánea. El filme, protagonizado por la sonriente Jennifer Love Hewitt y el pavisoso Paul Nicholls, nos cuenta la peculiar jornada de Ian, un ejecutivo inglés más preocupado de su trabajo que de su vida sentimental, y de su novia, una chica que estudia música en Londres y que parece beber los vientos por el insípido de su prometido. Los acontecimientos que ocurrirán a lo largo del día pondrán de manifiesto la poca atención que el inglesito pone en la americana y la devoción que ésta siente por el joven. Además, y como guinda a una jornada terrible, las cosas terminarán con la ruptura de la pareja y con la muerte de la joven. Sin embargo, el destino, encarnado por un magnífico Tom Wilkinson, dará una oportunidad al inglesito –responsable, en definitiva, del desastre- de solucionar el desaguisado. Sin previo aviso, Ian tendrá la posibilidad de volver a vivir la fatídica jornada, aunque cambiando sus acciones para evitar el triste final.

Con este argumento, Gil Junger realiza un drama romántico algo mortecino. El escaso atractivo de Paul Nicholls, los mohines de la estomagante Jennifer Love Hewitt y una sosísima puesta en escena convierten a la película en un producto algo ñoño y sólo acto para adolescentes poco exigentes. Por si fuera poco, la inclusión con calzador de dos canciones de Love Hewitt en la trama, la edulcorada filmación de las escenas de sexo y la absoluta falta de imaginación hunden al producto en el más absoluto desatino. Sólo la impresionante presencia del gran Tom Wilkinson consigue subir enteros a un drama sensiblero y tonto.

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