Nadie sabe
Crítica
Diego Salgado
"Nadie Sabe" ("Daremo Shiranai") es el cuarto largometraje de ficción realizado por Kore-eda Hirokazu.
Hirokazu nació en 1962. Su padre combatió en la Segunda Guerra Mundial y pasó tres años en un campo de concentración siberiano. Como consecuencia, al volver a Japón tuvo problemas para encontrar empleo. La familia sufrió apuros económicos. Con gran esfuerzo, los padres de Hirokazu consiguieron que su hijo pudiera graduarse en el instituto.
El joven finalizó también en 1987 estudios de Literatura en la Universidad de Waseda. Aunque aspiraba a ser escritor, su carrera profesional se inició en una productora independiente de televisión, donde ejerció diversas labores hasta llegar a dirigir documentales como "Shikasi" (1991), que cuenta el suicidio de un alto cargo de la administración; "Lecciones de una hoja" (1991), sobre una excursión colegial al campo; "Agosto sin él" (1994), en torno al primer japonés que reconoció públicamente tener sida; y "Kioku ga ushinawareta toki" (1996), el retrato de un hombre con problemas de memoria.
Sus pelÃculas dramáticas insisten en los temas que han marcado hasta ahora toda la obra de Hirokazu: la pérdida, la muerte, los recuerdos. Su propia niñez estuvo marcada por "la ansiedad mientras esperaba el regreso de mi madre, la tristeza al perder un amigo". Su narrativa conjuga estrategias documentales y dramáticas. En "Maborosi no hikari" (1995) una joven ha de luchar a lo largo de años por sobreponerse al suicidio de su primer marido. "Vida maravillosa" (1998) es una fábula sobre el poder del cine como perpetuador de la memoria de los muertos. "Distancia" (2001) explora las relaciones de cinco jóvenes que rinden tributo a los miembros de un culto suicida.
Hirokazu siempre ha vivido en Tokio. En 1988 siguió con atención el caso de "los niños abandonados de Nishi-Sugamo", que conmovió a la ciudad. Una mujer habÃa dejado a sus hijos, de entre cuatro y doce años, en un apartamento alquilado. El nacimiento de los niños no habÃa sido registrado. Eran de padres diferentes. Jamás habÃan pisado un colegio. Los inquilinos del edificio desconocÃan la existencia de tres de los cuatro niños. A cargo del mayor, los chavales sobrevivieron durante seis meses gracias al dinero que les habÃa dejado su madre, y a las limosnas de conocidos y vecinos.
El suceso planteó un debate social sobre la consideración de las mujeres solteras en Japón, el abandono de menores y las inhumanas condiciones de vida en las grandes urbes. A Hirokazu, que escribió de inmediato un guión, le inspiraba más la percepción Ãntima del hecho por parte de los niños que vivieron a su aire, "el complejo, frágil y rico mundo de la infancia" en una situación utópica y terrorÃfica a la vez.
Se cruzaron sin embargo otros proyectos en la vida del realizador, y no fue hasta 2002 cuando Hirokazu puso en marcha la pelÃcula. Las leyes japonesas protegen el anonimato de los menores de edad, y por ello el director no pudo contactar con los protagonistas reales del caso. De manera que, al reescribir el guión original, imaginó las anécdotas que jalonan el filme. Seleccionó a sus niños actores tras muchas audiciones, y los acostumbró a la presencia de las cámaras durante tres meses.
Hirokazu ya habÃa perfilado el armazón de la historia y un storyboard, pero tuvo la flexibilidad como autor de rodar cronológicamente dos semanas de ficción en cada estación del año, desde otroño de 2002 a verano de 2003, dejando que los niños interpretasen con libertad sus instrucciones. Después editaba cada fragmento estacional y deducÃa de ese montaje parcial nuevas ideas para la aventura de sus personajes.
El resultado alcanzado mediante estas argucias semidocumentales es fascinante. Hirokazu logra unas interpretaciones extraordinarias de los niños, y dota a "Nadie sabe" de una tremenda sensibilidad a partir del detallismo con que son retratados "a solas" los chavales abandonados. Además, casi todo el rodaje tuvo lugar en un apartamento de 41 metros cuadrados, filmado por Hirokazu con cámaras de Super 16 mm e iluminación natural, lo que permitÃa una mayor complicidad y cercanÃa con los actores y el opresivo escenario.
Por otra parte, estas decisiones creativas, y la obsesión de Hirokazu por no interpretar ni juzgar los hechos, se cobran un precio. La narración peca de ensimismada. Los momentos y los gestos no bastan para otorgar relieve dramático a los 141 minutos que dura la pelÃcula. La falta de entonación termina por enfriar y aburrir al público. En el cine donde el abajo firmante vio "Nadie sabe", sala de versión original y pelÃculas escogidas, un espectador abandonó la proyección en la mitad. Otro se retorcÃa continuamente en su butaca. Y un tercero aprovechaba la luz de la pantalla para buscar la duración del filme en el affiche que dan en la entrada y mirar el reloj a cada rato.
El auge de las técnicas documentales en el cine actual responde al cansancio que producen las ficciones estandarizadas y reiterativas. Pero, como escribió en su autobiografÃa el artista George Grosz, "un hecho es algo parecido a un trozo de corcho que flota sobre el oleaje". Si se quiere profundizar en el sentido de ese hecho, habrá que arriesgarse a bucear, no quedarse en la superficie. Pegar la cámara al rostro de una niña mientras juega con su peluche, deslumbra durante los primeros veinte minutos. Después, se requiere del autor una sensibilidad verdaderamente artÃstica, un hálito poético y dramático que le preste algún sentido a su obra. Como decÃa George Bernard Shaw, "los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma".
Más información:
www.lhp.com.sg/nobodyknows/
http://www.golem.es/nadiesabe/
Hirokazu nació en 1962. Su padre combatió en la Segunda Guerra Mundial y pasó tres años en un campo de concentración siberiano. Como consecuencia, al volver a Japón tuvo problemas para encontrar empleo. La familia sufrió apuros económicos. Con gran esfuerzo, los padres de Hirokazu consiguieron que su hijo pudiera graduarse en el instituto.
El joven finalizó también en 1987 estudios de Literatura en la Universidad de Waseda. Aunque aspiraba a ser escritor, su carrera profesional se inició en una productora independiente de televisión, donde ejerció diversas labores hasta llegar a dirigir documentales como "Shikasi" (1991), que cuenta el suicidio de un alto cargo de la administración; "Lecciones de una hoja" (1991), sobre una excursión colegial al campo; "Agosto sin él" (1994), en torno al primer japonés que reconoció públicamente tener sida; y "Kioku ga ushinawareta toki" (1996), el retrato de un hombre con problemas de memoria.
Sus pelÃculas dramáticas insisten en los temas que han marcado hasta ahora toda la obra de Hirokazu: la pérdida, la muerte, los recuerdos. Su propia niñez estuvo marcada por "la ansiedad mientras esperaba el regreso de mi madre, la tristeza al perder un amigo". Su narrativa conjuga estrategias documentales y dramáticas. En "Maborosi no hikari" (1995) una joven ha de luchar a lo largo de años por sobreponerse al suicidio de su primer marido. "Vida maravillosa" (1998) es una fábula sobre el poder del cine como perpetuador de la memoria de los muertos. "Distancia" (2001) explora las relaciones de cinco jóvenes que rinden tributo a los miembros de un culto suicida.
Hirokazu siempre ha vivido en Tokio. En 1988 siguió con atención el caso de "los niños abandonados de Nishi-Sugamo", que conmovió a la ciudad. Una mujer habÃa dejado a sus hijos, de entre cuatro y doce años, en un apartamento alquilado. El nacimiento de los niños no habÃa sido registrado. Eran de padres diferentes. Jamás habÃan pisado un colegio. Los inquilinos del edificio desconocÃan la existencia de tres de los cuatro niños. A cargo del mayor, los chavales sobrevivieron durante seis meses gracias al dinero que les habÃa dejado su madre, y a las limosnas de conocidos y vecinos.
El suceso planteó un debate social sobre la consideración de las mujeres solteras en Japón, el abandono de menores y las inhumanas condiciones de vida en las grandes urbes. A Hirokazu, que escribió de inmediato un guión, le inspiraba más la percepción Ãntima del hecho por parte de los niños que vivieron a su aire, "el complejo, frágil y rico mundo de la infancia" en una situación utópica y terrorÃfica a la vez.
Se cruzaron sin embargo otros proyectos en la vida del realizador, y no fue hasta 2002 cuando Hirokazu puso en marcha la pelÃcula. Las leyes japonesas protegen el anonimato de los menores de edad, y por ello el director no pudo contactar con los protagonistas reales del caso. De manera que, al reescribir el guión original, imaginó las anécdotas que jalonan el filme. Seleccionó a sus niños actores tras muchas audiciones, y los acostumbró a la presencia de las cámaras durante tres meses.
Hirokazu ya habÃa perfilado el armazón de la historia y un storyboard, pero tuvo la flexibilidad como autor de rodar cronológicamente dos semanas de ficción en cada estación del año, desde otroño de 2002 a verano de 2003, dejando que los niños interpretasen con libertad sus instrucciones. Después editaba cada fragmento estacional y deducÃa de ese montaje parcial nuevas ideas para la aventura de sus personajes.
El resultado alcanzado mediante estas argucias semidocumentales es fascinante. Hirokazu logra unas interpretaciones extraordinarias de los niños, y dota a "Nadie sabe" de una tremenda sensibilidad a partir del detallismo con que son retratados "a solas" los chavales abandonados. Además, casi todo el rodaje tuvo lugar en un apartamento de 41 metros cuadrados, filmado por Hirokazu con cámaras de Super 16 mm e iluminación natural, lo que permitÃa una mayor complicidad y cercanÃa con los actores y el opresivo escenario.
Por otra parte, estas decisiones creativas, y la obsesión de Hirokazu por no interpretar ni juzgar los hechos, se cobran un precio. La narración peca de ensimismada. Los momentos y los gestos no bastan para otorgar relieve dramático a los 141 minutos que dura la pelÃcula. La falta de entonación termina por enfriar y aburrir al público. En el cine donde el abajo firmante vio "Nadie sabe", sala de versión original y pelÃculas escogidas, un espectador abandonó la proyección en la mitad. Otro se retorcÃa continuamente en su butaca. Y un tercero aprovechaba la luz de la pantalla para buscar la duración del filme en el affiche que dan en la entrada y mirar el reloj a cada rato.
El auge de las técnicas documentales en el cine actual responde al cansancio que producen las ficciones estandarizadas y reiterativas. Pero, como escribió en su autobiografÃa el artista George Grosz, "un hecho es algo parecido a un trozo de corcho que flota sobre el oleaje". Si se quiere profundizar en el sentido de ese hecho, habrá que arriesgarse a bucear, no quedarse en la superficie. Pegar la cámara al rostro de una niña mientras juega con su peluche, deslumbra durante los primeros veinte minutos. Después, se requiere del autor una sensibilidad verdaderamente artÃstica, un hálito poético y dramático que le preste algún sentido a su obra. Como decÃa George Bernard Shaw, "los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma".
Más información:
www.lhp.com.sg/nobodyknows/
http://www.golem.es/nadiesabe/
Comentarios
#2
10 JUL 2014
a las 03:38
Cris
Si buscas im
#1
23 JUL 2014
a las 17:52
veronica lagos
Creo que la obra de este director muestra en diminutos detalles,la calidad de su obra
y la sensibilidad mostrada por estos 4 pequenos angeles es hermosa y terribe a la vez.
Pienso en los insensibles que se pararon a la mitad de la funcion...lo estupidos e insensibles y amargados con estrechez de mente..infelices en su vida y de seguro sin hijos..y el cine no es solo accion..si no tambien realidad y vida
un aplauso al director por su hermosa obra..yo la vi con mis hijos pequenos japoneses..y el dolor y rabia por la mujer inhumana como protagonista nos llego al alma..mas aun al saber el triste desenlaze real de la historia que nos conmovio hasta las lagrimas..
y ojala nunca mas un nino sufra o muera en este mundo..
y la sensibilidad mostrada por estos 4 pequenos angeles es hermosa y terribe a la vez.
Pienso en los insensibles que se pararon a la mitad de la funcion...lo estupidos e insensibles y amargados con estrechez de mente..infelices en su vida y de seguro sin hijos..y el cine no es solo accion..si no tambien realidad y vida
un aplauso al director por su hermosa obra..yo la vi con mis hijos pequenos japoneses..y el dolor y rabia por la mujer inhumana como protagonista nos llego al alma..mas aun al saber el triste desenlaze real de la historia que nos conmovio hasta las lagrimas..
y ojala nunca mas un nino sufra o muera en este mundo..