Luz silenciosa

Crítica

Julio Vallejo

¿Hay alguien con un mínimo de criterio que no considere que "La palabra", la película de Carl Theodor Dreyer, es una de las cintas más increíbles del cine de todos los tiempos? Para aquellos que todavía nieguen la maestría y vigencia del filme danés habrá que recordarles que largometrajes recientes como "Rompiendo las olas", obra de Lars von Trier, y "Luz silenciosa", realizada por Carlos Reygadas, le rinden pleitesía. El mexicano, a diferencia del autor de "Los idiotas", lo hace con bastante más criterio y menos cursilería.

De manera pausada, "Luz silenciosa" narra la historia de un hombre, miembro del grupo religioso de los menomitas, que se debate entre la pasión que siente por su amante y el cariño que tiene por su esposa. Todo ello en el marco de una sociedad bastante cerrada al exterior, aunque muy unida interiormente.

Utilizando planos de larga duración, Reygadas consigue que la película tenga un extraña y hechizante cadencia. La utilización del increíble paisaje como un personaje más del filme y la naturalista interpretación de los actores nos sumerge en una extraña naturalidad en donde el amor, considerado como fe, mueve montañas. Un discurso que, en definitiva, no está tan lejos de Dreyer, aunque este lo hiciera en un casi único escenario. Por eso, el casi idéntico final de ambos cines no chirría: ambos han llegado al mismo punto desde diferentes caminos.

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