La Isla

Crítica

Diego Salgado

Año 2019. Tras una catástrofe indeterminada la superficie de nuestro planeta se ha vuelto inhabitable. Las autoridades rescatan de ese infierno a algunos seres humanos, a los que se reanima y prepara en unas instalaciones especiales para su traslado a una isla paradisiaca donde podrán al fin vivir como merecen. Pero uno de los habitantes de este cómodo purgatorio empieza a cuestionar el sentido de su existencia.

Michael Bay vuelve a demostrar su condición de autor cinematográfico, inequívoca e intransferible como la de Abbas Kiarostami o Jacques Rivette. Sin importar el tema que se le plantee, Bay le aplicará su ortografía infantil, su gramática ilegible, su chirriante sentido estético y su descarada comercialidad hasta que el resultado sólo parezca suyo. Lo consiguió con la primera y la segunda parte de "Dos Policías Rebeldes", con "La Roca", con "Armageddon" y con "Pearl Harbor". Cierto que todos estos filmes arrasaron en los cines, mientras que "La isla" ha fracasado lamentablemente, al menos en Estados Unidos. Bueno, que nadie se preocupe. Este tropezón no ha sido provocado por un cambio en las maneras de Bay. Él sigue fiel a su estilo y rubrica otra pésima película.

Durante los primeros minutos de "La Isla" surgen algunas dudas al respecto. Aunque el guión de Alex Kurtzman, Roberto Orci y Caspian Tredwell-Owen no brilla precisamente por su novedad, su sutileza o su verosimilitud, logra implicar al espectador en la acción gracias a las sugerencias planteadas en torno a la clonación y sus implicaciones éticas.

En cuanto se desvela la intriga y los protagonistas, encarnados por Ewan McGregor y Scarlett Johansson, han de pelear para salvar sus vidas, "La isla" llega donde quería Bay. Es decir, a la destrucción de la propiedad, el frenesí epiléptico, los movimientos ampulosos de cámara, los coros pretenciosos y la publicidad más o menos disimulada. El despliegue de colores y montaje realza los hechos en algún momento, como la escena del asesinato de la mujer que acaba de dar a luz o las persecuciones a pie. Por lo general, sin embargo, no sirve ni para camuflar las limitaciones de la historia ni para ofrecer un reflejo original del futuro.

Más bien al contrario, Bay parece empeñado en recalcar a lo largo del metraje que la ciencia-ficción del argumento es un estorbo para su visión de las cosas, que consiste, otra vez, en chicos y chicas atléticos que cuando se aburren en sus asépticas mansiones de la soleada California se visten de arriba a abajo con ropas y complementos de marca, montan en sus vehículos de alta velocidad y salvan el mundo. Resulta difícil de apreciar en varias secuencias de "La isla" si no estaremos en realidad sufriendo de nuevo "Dos Policías Rebeldes 2" o "Armageddon". Igual ahí reside el significado profundo del filme y la tragedia de Michael Bay, en la repetición inevitable y cada vez más degradada de un producto que, como en el caso de los clones reales, obligará a su sacrificio final en la taquilla.

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