La intérprete

Crítica

Diego Salgado

Nunca dejará de asombrarnos la habilidad del cine comercial norteamericano para adueñarse de cualquier asunto, por espinoso o complejo que sea, y reducirlo a una excusa para sacar adelante un producto de género de usar y tirar.

Esta tradición tiene en el realizador Sydney Pollack uno de sus últimos valedores. Desde el comienzo de su carrera en el cine, hace ya cuatro décadas, los filmes de Pollack se han caracterizado por el tratamiento de "grandes temas" que son abordados con un pie en la dignidad y otro en la taquilla. El resultado, cifrado hasta hace poco en nominaciones al Oscar y reconocimiento popular, deja sin embargo mucho que desear si atendemos exclusivamente al valor cinematográfico.

Cierto que "Danzad, danzad, malditos" (1969), "Las aventuras de Jeremiah Johnson" (1972), "Los tres días del cóndor" (1975) o "Yakuza" (1975) son buenas películas. Otras -"Tal como éramos" (1973), "El jinete eléctrico" (1979), "Tootsie" (1982), "Memorias de África" (1985)- tienen un pase. Pero en cualquier caso, todas ellas se caracterizan por su impersonalidad, por una efectividad que depende más de los guiones escogidos que del atrevimiento o el compromiso de su realizador.

Los cambios que ha sufrido la industria a partir de los 80 han dejado en evidencia a Pollack. Sin talentos especiales, anquilosado en una obra pulcra y en el fondo banal, se ha visto desbordado por colegas de profesión y espectadores que ya no necesitan de subterfugios para disfrutar del espectáculo, esa palabra mágica que ha devorado cualquier otra consideración en el cine producido en EE.UU.

Pollack ha firmado en los últimos quince años largometrajes tan irrelevantes como "Habana" (1990), "La tapadera" (1993), "Sabrina" (1995) y "Caprichos del destino" (1999). Salvo sorpresas, parece haber acomodado en eso que algunos llaman "oficio".

"La intérprete" es más de lo mismo. Silvia Broome (Nicole Kidman), traductora al servicio de la ONU, escucha accidentalmente una conversación en la que se conspira para asesinar a un líder africano. Este tiene previsto en breve un discurso ante la Asamblea General que podría librarle de acabar ante el Tribunal de la Haya por sus crímenes. Broome denuncia los hechos al Servicio Secreto norteamericano. Los agentes Tobin Keller (Sean Penn) y Dot Woods (Catherine Keener) se hacen cargo de la investigación, más complicada de lo que parece debido al pasado de Silvia.

A lo largo del metraje se habla de genocidios, limpiezas étnicas y oposición política; también de paz, de perdón y de redención personal. Pero lo que cuenta desde el principio son la intriga y los golpes de efecto. Cuando descubrimos que el político amenazado rige los destinos de un país llamado "Matobo", ya sabemos lo que podemos esperar. Nos hallamos en las cercanías de Freedonia o Mordor. Los guionistas Charles Randolph ("La vida de David Gale"), Scott Frank ("Minority Report") y Steven Zaillian ("La lista de Schindler") han encontrado un escenario que conceda prestigio a la historia, y el sistema de producción lo ha amueblado con buenos técnicos e intérpretes. Nada más.

Así pues, con dos logradas escenas de acción, otras tantas revelaciones de impacto, y algún diálogo melodramático, se ventila "La intérprete". Nicole Kidman sale guapísima, y Sean Penn está ganando prestancia con la edad.Queda la duda de si se ha pasado el rato o nos han tomado el pelo...

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