La fuente de la vida

Crítica

Julio Vallejo

Darren Aronofsky es quizá el director más cool entre los cineastas de culto del cine actual. Su prestigio nació con "Pi", un extrañísimo filme que buscaba en el famoso número el origen de la existencia de Dios. La fama creció con "Réquiem por un sueño", un extraordinario trabajo que hablaba de las adicciones en el mundo contemporáneo. Su tercer filme, "La fuente de la vida", se atreve con una historia de amor loco.

Extraña y original, el largometraje entrelaza la historia de un doctor y su mujer mortalmente enferma; las aventuras de un conquistador español y su reina; y los intentos de un místico por salvar el árbol de la vida. Todas las tramas están unidas por la presencia de Hugh Jackman y Rachel Weisz, los dos protagonistas del filme, que simultanean personajes en cada una de ellas.

Interesante en sus planteamientos, "La fuente de la vida" fracasa a la hora de conseguir todo aquello que se propone. De hecho, las tres líneas argumentales del filme no terminan de ensamblarse bien, lo que provoca cierta descompensación. Así, mientras que las historias de amor entre Jackman y Weisz en el presente funciona a las mil maravillas, el intragable segmento místico provoca la risa en más de una ocasión. Pese a ello. el largometraje ofrece algunas de las imágenes más bonitas vistas en el cine reciente.

En definitiva, "La fuente de la vida", con sus logros y deficiencias, es un filme extraño y arriesgado que gustará a aquellos apasionados del realizador. El resto de los espectadores, especialmente aquellos no familiarizados con las películas menos comerciales, puede que consideren la cinta como un verdadero fiasco.

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