El exorcismo de Emily Rose

Crítica

Julio Vallejo

El diablo se ha convertido en un personaje fundamental en el cine de terror. En los setenta, películas como "La profecía" o "El exorcista" nos descubrieron los peligros del maligno. Casi treinta años después, "Poseídos", "El fin de los días"o la precuela del exorcista ("El exorcista. El comienzo") parecen volver a tratar de una forma u otra la existencia de fuerzas más o menos diabólicas.

Basada en supuestos hechos reales, "El exorcismo de Emily Rose" es una peculiar puesta al día de algunos de los asuntos ya tratados por la saga de "El exorcista" o "Poseídos". Sin embargo, la película de Scott Derrickson aporta un nuevo ingrediente: el juicio al que se verá sometido el Padre Moore, responsable del exorcismo de la joven estudiante que da título al largometraje. A través de numerosos flashbacks, el padre Moore (impresionante Tom Wilkinson) y varios testigos nos irán contando la posesión diabólica de Emily Rose, fallecida durante el acto de exorcismo. De esta manera, la película funciona como un filme de terror –los pasajes en los que se nos cuenta los sufrimientos de la joven son verdaderamente escalofriantes- y como un largometraje de juicios sobre la importancia de la fe a la hora de valorar unos hechos que escapan a toda lógica. Tomando partido por aquellos que creen, aunque sin despreciar las explicaciones más o menos lógicas del peculiar comportamiento de Emily Rose, el filme norteamericano nos plantea un pequeño dilema moral: cómo no creer cuando ocurren cosas que se escapan de cualquier explicación más o menos plausible. En este sentido, el director y el guionista del filme quieren que su público se identifique con la abogada protagonista (una estupenda Laura Linney), una agnóstica que, tras asumir la defensa del Padre Moore y ser testigos de unos extraños sucesos, se convierte en una persona con cierta creencia en lo sobrenatural.

Otra idea interesante del largometraje es la peculiar analogía que se establece entre los abogados y los seguidores del maligno. En este aspecto, y con cierta ironía subterránea, "El exorcismo de Emily Rose" equipara a ciertos letrados con pocos escrúpulos a la hora de defender a peligrosos criminales con los defensores del mismo diablo.

Pese a estos interesantes apuntes, "El exorcismo de Emily Rose" no pasa de ser una convencional y entretenida mezcla de película de terror y drama judicial. Aquí, y como una suma de los tópicos de ambos géneros, tenemos peculiares e ingeniosos parlamentos de los abogados, cháchara religiosa y una efectista utilización de los efectos de sonido, la luz y el maquillaje. En definitiva, más de lo mismo aunque servido con algo más de clase.

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