Confesiones de una mente peligrosa

Crítica

Julio Vallejo

Charlie Kauffman es uno de los guionistas más originales del cine norteamericano actual. Autor de los libretos de "El ladrón de orquídeas", "Human Nature" o "Cómo ser John Malkovich", Kauffman se ha caracterizado por crear un universo especial donde la realidad y la ficción se confunden en un mismo plano.

Ahora, después de pasar por manos de varios directores, George Clooney, el famoso actor protagonista de "Tres reyes" o "Crueldad intolerable", se ha decidido a rodar "Confesiones de una mente peligrosa", un guión de Kauffman basado en la autobiografía de Chuck Barris. Lejos, sin embargo, de ser un biopic al uso, Clooney, que debuta como realizador con este filme, y su guionista han creado un filme extraño y poco realista que indaga en la mente trastornada de Chuck Barris, presentador y productor norteamericano precursor de los programas de tele-basura. Este peculiar personaje, afectado por múltiples complejos y por una paranoia galopante –estimulada también por la obsesión anticomunista norteamericana de los cincuenta y los sesenta–, creyó llevar una doble vida donde combinaba sus labores en la televisión con su trabajo como asesino a sueldo de la CIA.

Con un estilo deliberadamente pop, que huye como de la peste del realismo más convencional, Clooney y Kauffman nos sumergen en el interior de una mente paranoica, donde realidad y ficción están a un mismo nivel. De esta manera, a través de un largo flash-back, un avejentado Barris, interpretado por un adecuado Sam Rockwell, nos cuenta su extraña historia llena de asesinatos, éxitos y fracasos en la televisión, y una relación más o menos tormentosa con Penny (una entrañable Drew Barrymore). Basculando entre el tono paródico de los hermanos Coen –presente en los prototípicos y extravagantes personajes del agente de la CIA (George Clooney) y de la sofisticada espía (Julia Roberts)– y el toque extraño del director Spike Jonze, Clooney realiza una película visualmente curiosa y original, aunque lastrada por ciertas arritmias. En este sentido, "Confesiones de una mente peligrosa" no consigue mantener el interés durante todo el filme. Quizá el exceso de metraje y un cierto tono reiterativo restan algunos puntos a una película que, pese a estos pequeños inconvenientes, consigue ser un convincente retrato de una persona alterada síquicamente.

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