Batman Begins

Crítica

Julio Vallejo

Christopher Nolan es un director preocupado por la mente de los atormentados protagonistas de sus películas. Si en "Memento" abordaba cierto tipo de amnesia y en "Insomnio" convertía el trastorno del sueño en un elemento fundamental de su película, en "Batman Begins" trata el complejo de culpa como elemento esencial de la personalidad del personaje creado por Bob Kane. Es precisamente esta preocupación por el proceso de conversión del protagonista en héroe enmascarado lo que diferencia a su filme de las recientes versiones de Batman realizadas por Tim Burton y Joel Schumacher.

Con un aire oscuro y realista, el realizador británico convierte a Bruce Wayne en un ser torturado que busca su redención a través de la lucha contra el crimen. En este sentido, el guión de Nolan y David S. Goyer guarda ciertas concomitancias con las historias de Paul Schrader, el director y guionista que ha convertido el tema de la redención en el tema de películas tan importantes como "Posibilidad de escape" o "Affliction". Sin embargo, y lejos de la concepción calvinista del término manejado por el realizador norteamericano, la película de Nolan trata más de la redención de una falsa culpa. Al fin y al cabo, Bruce Wayne no fue el responsable de que un ladrón asesinara a sus padres.

Con este drama a sus espaldas, Nolan justifica de alguna manera los motivos que llevan a Bruce Wayne a convertirse en Batman. Por primera vez en el cine, alguien se ha encargado de explicar de manera más o menos plausible los motivos que llevan al hombre murciélago a realizar su cruzada contra el crimen y la corrupción.

Deudora más de cierta estética de cine negro que de las adaptaciones perpetradas por Burton y Schumacher, Nolan opta por una visión más realista del personaje y de la historia. El adiestramiento y el proceso de conversión en superhéroe están narrados con cierta sobriedad y sin ningún tipo de efectismo, algo que se hecha de menos en la mayoría de los filmes de gran presupuesto actuales.

Asimismo, el director británico y David S. Goyer parecen haberse preocupado de dotar de cierta personalidad a los personajes secundarios. En este sentido cabe destacar el peculiar acierto de la pareja de cineastas al reflejar la locura del Espantapájaros, el carácter incorruptible del teniente Gordon, la ambigüedad de Henry Ducard o la sabiduría de Alfred, el leal mayordomo de Bruce Wayne.

Con todo esto, Nolan construye una película de personajes donde hay momentos para la acción. Sin embargo, y a pesar de estar muy bien rodadas, las luchas entre Batman y los villanos están rodadas con cierta sobriedad. Algo que también se contagia al look visual de la ciudad de Gotham que, aunque es retratada como una ciudad oscura, no alcanza el aire gótico que Burton le otorgó en "Batman" y "Batman vuelve".

En el apartado de las interpretaciones, el director británico parece haber acertado al escoger a Christian Bale. El actor consigue sin casi esfuerzo reflejar el Bruce frívolo en el ámbito público, aunque atormentado interiormente. Igualmente acertadas son las elecciones de Michael Caine, como el leal Alfred, y de Liam Neeson, en el papel de Henry Ducard. En este aspecto sólo cabe reprochar una cosa: la elección de Katie Holmes para el papel de la joven ayudante del fiscal del distrito por la que suspira Bruce Wayne. La actriz, dueña de unos mohines propios de cualquier intérprete de televisión, no consigue dotar a su personaje de algo más que una bonita percha.

En resumen, Christopher Nolan se ha encargado de dar un baño adulto y realista a un personaje que había sufrido los vaivenes coloristas e infantiles de Joel Schumacher, uno de los directores menos dotados del aburrido Hollywood de los ochenta y noventa

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